I was stupid for letting you go...

I was stupid for letting you go...

jueves, 21 de marzo de 2013

Capítulo 21. Solo besos

Narra Martha.
Por un momento la línea se queda en silencio. Casi puedo ver cómo la cara de mi amiga pasa del asombro al enfado lenta pero irremediablemente. Yo me limito a apartar las lágrimas que no dejan de salir mientras retomo el paso, ya que estaba empezando a llamar la atención de la gente.

--¿Qué?-es ella la que finalmente habla, con un tono de voz casi tenso-Dime que es coña, por favor.

Trato de sonreír débilmente, mordiendo mi labio inferior, ya despellejado de tantas veces que he hecho el mismo gesto sin apenas darme cuenta.

--No, no es broma, hemos roto.

De nuevo se vuelve a hacer el silencio, aunque rápidamente es sustituido. De nuevo por ella, y ya no solo por palabras tensas.

--Hijo de puta... Si es que me lo esperaba, claro, como no. ¿Te lo dije o no te lo dije? Maldito bastardo. Seguro que es porque ha encontrado una chavala nueva que pierda las bragas por esas cuatro malas canciones que tienen, es por eso ¿verdad?-quiero responder o al menos comentar algo, pero ella continúa hablando, cada vez elevando más el tono de su voz-¡Dios! ¡Como lo sabía! ¡Por un momento casi me cayó bien! ¡POR UN MOMENTO ME CREÍ SUS PUTAS LÁGRIMAS DE COCODRILO! ¿¡CÓMO SE ATREVE A ENGAÑARME A MÍ DE ESA FORMA?! ¡Y ADEMÁS PARA SALIR CONTIGO Y LUEGO DEJARTE! ¿¡ESE CHICO ES TONTO O SE CAYÓ DE LA CUNA?, ENSERIO!
--¡Ane!-exclamo con el tono de voz más alto que tengo en estos momentos.
--Como me le encuentre por la calle le voy a partir esa tocha de tucán que tiene, ya verás como no se le ocurre volver a hacer gilipolleces-ella continúa, con el tono de nuevo bajo, aunque entre bufidos y maldiciones.
--He roto yo.

Otro silencio más. Esta vez puedo sentir cómo el rostro de Ane hace el camino inverso: del enfado al asombro. Escucho cómo jadeas, a causa de la larga de insultos y gritos que ha pegado hace cinco segundos, como si tratara de tranquilizarse.
Apenas me doy cuenta de que he llegado a mi casa, pero tengo todo menos ganas de entrar, de ver a mi familia, de que se den cuenta de mis lágrimas, de que pregunten y de que mi padre ya vaya con el ceño fruncido hasta que le cuente todo lo que ha pasado, por lo que simplemente me siento en el escalón que hay en la puerta. Me encojo sobre mí misma para no perder el calor.

--¿Cómo que has roto tú?
--He roto yo.
--¿Por qué?

Suspiro con pesadez, sintiendo cómo ese suspiro sale roto y tembloroso, y me paro a pensar en las palabras exactas para explicar lo que ha pasado, pero ella no me da tiempo a pensarlo demasiado.

--Espera, ¿estás en tu casa?
--Más o menos-admito mirando las puntas de mis zapatos.
--Estoy allí en diez minutos, nena.

Me cuelga sin más y yo guardo el teléfono en mi pantalón. Bajo las mangas de mi chaqueta hasta que cubren mis manos. 
Tardo en darme cuenta de que lo que me cubre no es otra cosa que una sudadera de Harry, una ya vieja y con el dibujo que tenía en el pecho casi borrado. Me la regaló cuando solo éramos amigos, y me vuelvo a casa cuando de nuevo no somos más que eso. Qué irónico todo. Sonrío entre lágrimas, apretando los ojos y escondiendo mi nariz en el cuello de la sudadera, sintiendo cómo todavía huele a él. No sé cuan psicópata ha sonado eso, pero la verdad es que no me importa, porque sé que al menos voy a poder guardar una cosa suya. No, no es que no vaya a volver a verle, pero prefiero guardar las distancias, al menos hasta que sea capaz de controlarme delante de él y del resto de los chicos, quienes no tienen por qué saber lo que ha pasado. De todas formas, ya se darán cuenta de que no es lo mismo...o quizás no, lo único que diferenciaba nuestra relación de una de amigos eran los besos.
Me quiero golpear contra la puerta de mi casa ante esa observación. Solo hemos sido amigos, mierda. Solo besos, solo abrazos y ...ya está, hasta ahí llegó nuestra relación. Estaba más que cantado que Harry se estaba adaptando a la situación por no perderme, y que, si en algún momento de verdad sintió algo por mí, no ha sido más que porque rompió con esa otra chica. 
Levanto la cabeza al escuchar un montón de pasos torpes entre tropiezos y maldiciones, llegar desde el final de la calle. Ane corre como si hubiera hecho una maratón: totalmente despeinada, roja y con la lengua fuera. Ni siquiera vivimos tan lejos, aunque claro, el ejercicio físico nunca ha sido su fuerte. 
Llega hasta mí y se inclina sobre sí misma, apoyándose en sus rodillas mientras jadea, recuperando el aliento.

--Usain Bolt se está riendo de ti en estos momentos, y eso que ni siquiera te conoce-no puedo evitar bromear.
--Cállate-es su respuesta entre jadeos, antes de dejarse caer, sentándose en el suelo frente a mí-Vamos, cuenta lo que ha pasado, y con detalles, no quiero que te saltes NADA.

Mientras ella relaja sus jadeos y se intenta peinar un poco, yo le cuento todo, con detalles, sin dejarme NADA, como ella me ha pedido. Le cuento nuestro obvio comportamiento amistoso, las peleas que seguíamos teniendo como cuando éramos pequeños, la foto de la ex en el pantalón y la conversación de hace apenas una hora.

--Pero...¿solo besos? ¿No pasasteis de ahí?-ella me pregunta con una ceja alzada.
--No pasamos de ahí-admito en un suspiro, negando débilmente con la cabeza.
--Joder-ella dice con claro asombro-Lleváis saliendo, o sea, perdona, me refiero a que...llevábais saliendo un montón, ¿cuántos meses?
--Ocho-respondo sin saber si realmente llevábamos tanto tiempo saliendo.
--¿Y en ocho meses no...?
--No, y deja ya el tema sexual, por favor-la pido sintiendo cómo mis mejillas queman por la vergüenza.
--Vale. Vale. Dejado-responde alzando las manos como señal de derrota-Me parece curioso, eso es todo.
--Hay más cosas en una pareja aparte de follar, por si nunca te lo has planteado.
--Nunca me lo he planteado-confirma encogiéndose de hombros. Así que todavía niega el haber estado saliendo con alguien, de manera romántica me refiero-Pero yo también he visto esa foto de Harry y...-silba haciendo un movimiento de cabeza. No tengo que preguntar para saber que está hablando de esa foto que se le ocurrió subir a Harry en pelota picada.
--¡Ane!-me quejo, tapándome la cara con las manos, porque obviamente, yo también he visto esa foto. Todo el mundo la ha visto, y entiendo su silbido perfectamente porque...sí, está más que bien, pero ese no es el tema ahora mismo-Creo que prefiero que le insultes.

Ella suelta una carcajada, negando con la cabeza, y yo me uno a ella con facilidad. No es como si de un momento a otro hubiera olvidado a Harry, pero al menos me distraigo un rato con mi mejor amiga, que definitivamente, está mal de la cabeza.

--Bueno, basta de reírse de Harry y de mí. Me toca preguntar-la digo con una ceja alzada y una sonrisa ladeada. 

Y por primera vez en mucho tiempo, veo cómo la cara de Ane se pone totalmente roja, casi parece un semáforo, y no estoy exagerando. Aparata la mirada de mí mascullando un "¿De qué me hablas?" que solo causa que yo me ría más y que ella se ponga aún más roja, si es que eso es posible.

--Vamos, cuéntame cómo ha pasado-empujo su pierna con mi pie-Ayer por la mañana le tiras el café. Ayer al mediodía viene a hablar conmigo llorando, desconsolado. Ayer por la noche hay fotos vuestras saliendo a cenar. Y hoy por la mañana besito de despedida en la puerta de tu casa. Necesito saber cómo has conseguido eso, porque te juro que no es normal.
--¿Y tú cómo sabes todo eso?-me mira confusa, aunque todavía esté roja como un pavo.
--Despierta abuela, twitter lo sabe todo, y cuando me refiero a todo, me refiero a que todo el mundo sabe que tú estabas esta mañana con el pijama que te regalé. Así que cuéntame lo que ha pasado.
--¡Vale! ¡Vale!-exclama.

Entre murmullos y sonrisas tontas, ella me cuenta un breve resumen de todo lo que ha pasado en veinticuatro horas, sin que yo me haya enterado. Puedo asegurar que nunca he visto a Ane con tanta vergüenza en el cuerpo (y en la cara). Juguetea con su pelo, con su camiseta, con una pequeña piedra que hay en el suelo, sin mirarme en ningún momento a la cara, pero todo ello, con una sonrisa de lado a lado. Yo no puedo evitar reír bajo y hacer pequeños comentarios sin demasiada maldad, jugando con su bochorno. Que nadie me culpe, no es que la haya visto en este estado demasiadas veces y creo que debo aprovechar.

--Así que del odio al amor de verdad que solo hay un paso-comento cuando ella ha terminado de narrarme los hechos.
--Tampoco es como si antes le odiara-rueda los ojos, pero todavía sin mirarme, con la mirada puesta en el suelo.
--¡Lo hacías!
--No me caía del todo bien, eso es todo-corta tajante el tema, pero yo no puedo evitar reír de nuevo.

Decido hacer una locura, una locura decente, para poder terminar con todo este tema ya. Así que cojo aire y pregunto, tratando de parecer lo más natural posible, como si siguiéramos con la conversación anterior.

--Entonces...¿eso de que todos los hombres eran pollas con patas...?

Las facciones de su cara se contraen de inmediato. Pierde el rubor de sus mejillas, que es sustituido por un pálido algo preocupante. Todo su cuerpo parece haber reaccionado, ya que ni juega con su pelo, ni con su ropa, incluso tira la pequeña piedra que tenía delante bien lejos. Veo como frunce el ceño, todavía mirando al suelo.

--Siempre hay excepciones-es lo único que responde, encogiéndose de hombros de manera tan rígida, que parece un robot.
--¿Qué es lo que pasa con ese tema?-pregunto algo molesta, porque ni por esas, ni en esta situación, sea capaz de hablar de ello.
--Nada. No es nada. Una estupidez sin sentido-responde con tono cortante.
--Ane...
--¿Qué importa?-por fin me vuelve a mirar a los ojos, lo cual me permite vislumbrar una mezcla de sentimientos encerrados en esas esferas oscuras:enfado, furia, ira, tristeza, dolor...
--A mí me importa-respondo con tono calmado-Mira, no quiero que te enfades conmigo ¿vale? Pero pensé que confiabas en mí y...molesta un poco saber que has estado haciendo cosas a mis espaldas, que te han hecho daño y que...no has pensado en que yo podía ayudarte.
--Es que no podías ayudarme-masculla con tono seco, ciertamente desagradable.
--Tal vez sí que habría podido, pero no me diste la oportunidad. No confiaste en mí, en tu mejor amiga-no puedo evitar sonar dolida.
--Fue una estupidez. Una mala decisión. No pasa nada, no me he muerto por ello ni por no contárselo a nadie ¿ves?-alza sus brazos, sonriendo con cierta tensión-Estoy bien, no pasa nada.
--Ya.
--Martha, no seas tú la que te cabrees ahora. Es una bobada.
--¡Pero yo te cuento mis bobadas!

Ella se calla y agacha la cabeza, sabiendo que no tiene más excusas, que no tiene por donde escapar esta vez.

--No importa-mascullo mientras me levanto de mi asiento, dispuesta a entrar en casa.
--Oye, no. Espera, no seas cría...
--Bueno, soy una cría, aprende a sobrellevarlo si vamos a vivir juntas, igual que yo sobrellevaré que no confíes en mí.

Abro la puerta con un suspiro y antes de que se cierre, escucho cómo ella habla de nuevo. 

--Mi ex me utilizaba-habla con voz pausada, haciendo que me detenga en medio de la puerta-Me engañó, solo...solo para follar conmigo, ¿está bien? ¿Ya estás contenta?

Me giro para mirarla, no tan sorprendida como se supone que debería estar, ya que sí que sospechaba algo, aunque en el fondo, solo esperaba que fueran cosas mías. Todo en ella me demuestra vergüenza, arrepentimiento y enfado, con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido, mirando a cualquier lugar menos a mí.

--Por eso no querías ir al baile con ningún chico-asiente con la cabeza como respuesta-Y por eso no confiabas en Harry-de nuevo asiente-Y por eso...no querías tener nada que ver con Niall-el último asentimiento tarda en llegar, pero finalmente lo hace, con lentitud-¿Y por qué no me lo contaste?
--¿Hubiera arreglado algo?-alza la mirada para clavar sus ojos en los míos, con dureza-Él ya me había hecho daño. Yo ya estaba destrozada. No había nada más que hacer, todo estaba hecho.
--Podrías habermelo contado, te habrías sentido mejor.
--¿Mejor? ¿Por qué me sentiría mejor después de humillarme de esa manera?
--Porque no es una humillación...-respondo antes de dejar salir un suspiro-No es una humillación equivocarse, cometer errores, hacer una tontería o admitir que te han hecho daño. No es una humillación, no cuando se lo cuentas a tu mejor amiga.
--Para mí lo es-responde todavía con tono neutral. De nuevo aleja su mirada de mí-No es nada personal. Confío en ti y sé que tú no...me vas a juzgar o algo, pero...es mi forma de ser. No confío en nadie. Casi no confío en mí misma, así que...lo siento si te molesta, pero pensé que ya sabías como era.

Suspiro negando con la cabeza. Sí, es verdad que no me ha contado muchas cosas desde que nos conocemos. La última vez que me dijo que le gustaba alguien ella tenía once años como mucho, y no era un gran secreto, porque a todo el mundo le gustaba Zac Efron desde High School Musical.

--Estás cabreada-comenta sin más-Mira, yo también lo estaría, pero...
--No importa-de nuevo digo esas dos palabras que he repetido más en una mañana que en toda mi vida. Ane me mira sorprendida-Da igual, tampoco es como si fuera a desterrarte por esa estupidez-sonrío débilmente y ella me devuelve la sonrisa de la misma manera.
--Entonces...todo bien.
--Todo bien-confirmo antes de acercarme a darla un pequeño abrazo.

Siento la vibración de un móvil en mi cadera y sé perfectamente que no es el mío. Cuando nos separamos, Ane coge su móvil y lo mira con la mayor sonrisa de tonta enamorada que en mi vida haya podido ver. Rápidamente teclea una respuesta, sin dejar de sonreír ni por un momento.

--¿Niall?-pregunto con una ceja alzada.

Ella muerde sus labios para tratar de evitar su sonrisa, pero asiente con la cabeza, mientras bloquea el móvil y de nuevo lo guarda. Ya tiene otra vez la cara roja como un cangrejo.

--¿Te está diciendo cosas bonitas o sucias? Porque estás que echas humo, guapa-muevo mis cejas con picardía, y ella solo niega con la cabeza, todavía sonriente.
--Cosas bonitas, cosas bonitas-responde algo divertida-Por cierto, necesito ir a un centro comercial, cual sea, pero con urgencia.
--¿Y eso por qué?
--No tengo nada que regalarle a Nialll por Navidad.
--Llevais veinticuatro horas saliendo y Navidad es en dos días, ¿de verdad que quieres regalarle algo tan pronto?-la miro confusa, ya que lo veo un poco precipitado. Ni siquiera nos regalamos cosas entre nosotras, y eso que hay bastante más confianza, creo.
--Es un romántico empedernido. Imagínate que me regala algo a mí y yo no tengo nada que regalarle a él-hace un gesto de diva dramática total que solo hace que yo ría.
--Está bien, está bien. Creo que ya sé lo que puedes regalarle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario